jueves, 21 de enero de 2010

CON EL SOL CASTIGANDO MIS ESPALDAS

Con el sol castigando mis espaldas
yo persigo a una sombra vacilante;
¡es mi sombra me digo sorprendido!,
es mi alma que vaga por la calle.

Es curioso seguir una quimera
caminar tras el alma que no late,
recorriendo tras ella los caminos
invirtiendo los puntos cardinales.

Es posible que esté ya medio loco,
confundiendo las sombras con mensajes,
por el norte que guía mi destino
hacia el mundo de Homeros y de Atlantes.

También puede que el sol que me castiga
me haga ver en las sombras al culpable,
confundiendo la mente y los sentidos
en un mar de profundos oleajes.

Se embravecen las olas de mi alma
y con furia se estrellan en mi carne,
me estremezco sintiendo su chasquido,
y ese salto de espumas por el aire.

He buscado la sombra protectora
y encontré unas huellas en mi sangre,
unas huellas que sigo dócilmente
a pesar de este alma que me arde.

Se confunden con gran algarabía,
sentimientos con odios ancestrales,
es la lucha del hombre y las pasiones
con la mente confusa del amante.

Pero tú caminante sin fronteras,
el que va por los campos y ciudades,
vas buscando la paz entre las gentes
a pesar de las dudas que te asalten.

Ahora ves que flaquea tu memoria
con la sombra que marcha por delante,
no comprendes muy bien lo que sucede
aunque puede que el sol sea el culpable.

Lo curioso es que marchas tras tu sombra,
sin saber el motivo de este viaje,
aunque tengas el alma dolorida
por recuerdos recientes y saudades.

Rafael Sánchez Ortega ©
21/01/10

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