miércoles, 20 de enero de 2010

HE VISTO A UNA GARZA BLANCA

He visto a una garza blanca,
blanquinta, blanca y tranquila,
iba con paso gallardo
pasito a paso en la orilla.

Al verla sentí un flechazo,
que me llenó de alegría,
y entonces la blanca garza
voló hacia el cielo sin prisa.

De pronto pensé en un cuadro,
en una tarde amarilla,
donde la nieve en el bosque
ponía notas distintas.

Me vi abrazando aquel árbol,
del que tomé su sonrisa
y al que le dije tu nombre
con un mensaje sin tinta.

Recuerdo bien aquel acto,
el corazón que latía,
el tronco dulce del haya
rozando sí, mis mejillas.

Recuerdo cuántos secretos
le confié con mis cuitas,
con risas lloros y cantos
de otros momentos y días.

Pero aquel haya del bosque
fuerza le daba a la vida,
sangre a mi cuerpo cansado
luz a mi alma dormida.

Entonces sentí en su pecho
como un volcán que rugía
y me decía "adelante,
vive y disfruta la vida.

Vive sin miedo, no temas,
busca el amor que precisas,
mira sus ojos de frente
para encontrar lo que ansías".

Musgo del haya en el bosque,
ramas que dan sus caricias,
hojas doradas de alfombra
para cerrar las pupilas...

...Pero las garzas que pasan
rompen la imagen sencilla,
hacen que sienta mis sueños
y que los mismos reviva.

Mirar su vuelo despacio,
sentir el vals de la brisa,
saber que un haya silente
guarda en su tronco delicias.

Pero la magia del bosque
une a la garza que vibra
cuando se junta a ese haya
donde robé mi sonrisa.

Rafael Sánchez Ortega ©
20/01/10

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