sábado, 2 de enero de 2010

SILENCIO Y SOLEDAD, NADA SE ESCUCHA

Silencio y soledad, nada se escucha,
se siente ese silencio en las entrañas,
se ve la soledad en el vacío
se encoge el corazón, se muere el alma.

Vivir, reír, amar, todo es posible,
si tienes en tu vida una esperanza,
si llegan a tu pecho los suspiros,
si notas que la sangre corre y salta.

También soñar es algo lindo y bello,
es sonreir en paz por la mañana,
es admirar al niño que ahora juega
es contemplar al hombre que trabaja.

Es desear la vida intensamente,
es aspirar la rosa y su fragancia,
es elevar los ojos hacia el cielo
y contemplar las nubes dibujadas.

Pero también soñar es algo nuevo,
es esa luz que roza tu ventana,
es esa brisa fresca y el rocío,
es el amor surgiendo de la nada.

Pero la soledad que antes mencionas,
con el silencio triste que acompaña,
es el vacío inmenso de la noche
y es el morir de pena y sin palabras.

¡Cuánto dolor reciben hoy los sueños!,
la soledad es algo que les mata,
y ese silencio negro y tan tremendo
el contrapunto y fuego con sus llamas.

Se van así, de pronto hacia el infierno,
para vivir la soledad sin pausa,
para sentir la lluvia y el granizo
en el silencio oscuro de su casa.

Atrás quedó el pasado con sus tardes
y los recuerdos lindos del mañana,
con esa loca y bella primavera
en una fantasía de color y calma.

Pero el amor, ¡amor!, sólo es un sueño,
una utopía eterna que no alcanzas,
es el deseo ansiado de los cuerdos,
en la locura cruel, que siempre arrastran.

Silencio y soledad se dan la mano
mientras te mueres tú, ¡oh mi alma amada!,
mientras se entierra vivo para siempre,
el corazón que amó pidiendo que lo amaran.

Rafael Sánchez Ortega ©
02/01/10

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