lunes, 29 de marzo de 2010

A VECES SE SALUDAN LAS ESTRELLAS

A veces se saludan las estrellas
cuando salen de noche de paseo,
su saludo en un guiño simplemente,
un temblor de sus labios al silencio.

Muchas veces he visto a las estrellas
saludarse de noche por los cielos,
y he seguido sus luces parpadeantes
más allá de la luna y los luceros.

Hay marinos que miran las estrellas
corrigiendo así el rumbo a los veleros,
para ir por los mares tenebrosos
y llegar felizmente hasta su puerto.

Puede ser que saluden las sirenas
y que entonen sus cantos más sinceros,
a las dulces estrellas que allá arriba,
han salido vestidas con sus velos.

Sin embargo, en el campo, el campesino,
las estrellas contempla con el miedo,
pues si lucen sus galas en la noche
vestirán a los campos con el hielo.

Es entonces que el trigo floreciente
sufrirá de la escarcha sus tormento,
y no habrá la cosecha prometida
ni tampoco los granos ni el dinero.

Cara y cruz de la estrella que saluda,
el marino se queda con lo bueno,
más por contra, el sufrido campesino,
quedará con la imagen de lo negro.

Es la vida, cual tierna paradoja,
la que al hombre le ofrece este misterio,
pues ofrece belleza por un lado
y por otro su lado más siniestro.

Sin embargo miremos las estrellas,
a su lado vayamos sin recelo,
cerraremos de noche las pupilas
abrazando a la rosa de los vientos.

Esa rosa que brilla en lontanaza
es la estrella de hombres y viajeros,
es la luz que ilumina nuestras almas
y es el cáliz sagrado de los sueños.

Rafael Sánchez Ortega ©
29/03/10

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