domingo, 1 de enero de 2012

COMENZAR A ESCRIBIR.


En realidad es difícil comenzar a escribir
sobre lo que acontece,
sobre eso que ocurre cerca y lejos,
pero que te afecta y, que de una manera imperceptible,
llega a tocar la fibra de tu alma.
Puedes hablar de los hombres, de los amigos,
de los seres queridos.
Puedes hablar de dios y del demonio,
el cielo y del infierno, de política y de fútbol
y hasta de los comentarios surgidos en la tienda
cuando fuiste a comprar el periódico
y de aquella insinuación surgida sobre que fulano de tal
había estado hasta las tantas de juerga
y luego, en la avenida, salió a regar una farola
con su orina.


Pero todo es algo insustancial
y quizás fruto de ese rescoldo de la brisa
cuando pasa,
ó de la mar
en su sístole y su diástole continuo.


Lo que en realidad quisieras gritar,
decir muy alto,
es que hoy comienza un nuevo día,
un nuevo año,
y que atrás quedan varias décadas vividas
ó transcurridas con un gran fardo en sus espaldas.
Momentos buenos en algún caso y otros de monotonía
en que el manto gris cubrió los ojos del alma.
Momentos tristes y de llanto
en los que cometiste muchos errores
y en los que también sentiste la soledad más cruel
e injusta.
Momentos en los que suplicabas una caricia,
una mano que llegara hasta las tuyas,
una mirada simplemente,
para luego cerrar los ojos y pensar
que en aquel acto un beso había llegado
hasta tus labios.


Pero tus labios temblorosos,
ardientes y sedientos no encontraban ese
líquido preciado,
ni llegaba hasta ellos la voz tan suave y melodiosa
de la persona amada,
porque preferías el silencio a la confesión
avergonzada de un sentimiento
que sabías no iba a ser correspondido.


Sabías que tenías que purgar tu pecado.
Tus faltas de antaño,
donde la confianza y el cariño se rompió
por un absurdo,
quizás por un malentendido infantil
ó tal vez porque quisiste ser un niño,
cuando ya eras un hombre en el otoño de la vida.


Más no importa el pasado ya que atrás ha quedado,
en el recuerdo.
Hoy empieza un nuevo día,
un nuevo año,
y en él habrá otros momentos para saborear cada minuto,
cada segundo de la vida que comienza
y para vivir intensamente cada jornada
y tratar de no mirar más allá,
en ese umbral de bruma y de silencio.


¿Lo conseguiré?...




Rafael Sánchez Ortega ©
01/01/12

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